Hace 101 años inició su camino al cielo José Gregorio Hernández.
El domingo 29 de junio de 1919 fue un día de alegría y de tristeza, un día de alegría porque ese día el Dr. José Gregorio Hernández cumplía 31 años de graduado como médico, y un día de tristeza porque ese día entregó su vida al Señor.
Ese día fue una fecha trágica para Venezuela, al Dr. José Gregorio Hernández le avisaron de una anciana grave que requería de sus servicios como médico, su respuesta fue inmediata, después de atenderla, acudió a la Botica de Amadores para comprarle los medicamentos, esa era una práctica rutinaria de José Gregorio con sus pacientes de escasos recursos.
Al salir de la Botica y atravesar la calle no advirtió la presencia de un carro que pasaba al lado de un tranvía estacionado y el impacto fue inevitable, al caer se golpeó la cabeza con el borde de la acera. El chofer del auto lo recogió y lo llevó inmediatamente al Hospital Vargas donde tantas veces sirvió. Lo atendió su amigo el Dr. Luis Razetti quien no pudo hacer más que certificar su muerte.
Al día siguiente el diario El Universal titulaba en primera página “Duelo de la Patria y de la Ciencia” “El Dr. José Gregorio Hernández es víctima de un accidente de automóvil, el fallecimiento del eminente médico y filántropo causa honda consternación en Caracas”
Al conocerse la noticia, se vislumbraba el reconocimiento que se había ganado José Gregorio Hernández en la sociedad como médico, científico, docente, cristiano, hombre con un altísimo humanismo y hasta con fama de santidad.
El Presidente provisional de Venezuela Victorino Márquez Bustillos resuelve velar a José Gregorio Hernández en el Paraninfo de la Universidad Central de Venezuela, aun cuando la UCV tenía más de siete años clausurada por el gobierno gomecista.
La ciudad de Caracas se volcó masivamente a sus calles para despedir al Dr. José Gregorio Hernández, su féretro fue llevado en hombros desde el Paraninfo de la Universidad hasta la Catedral de Caracas y desde la Catedral hasta el Cementerio General del Sur. El pueblo quiso sentirlo hasta su última morada, la gente humilde aplaudía y lloraba al paso del cortejo fúnebre.
Se descartó el uso de la carroza fúnebre porque el pueblo decía que el Dr. José Gregorio Hernández era “nuestro” y quería llevarlo a pie hasta el cementerio, la multitud, sin duda alguna, era impresionante. Fue una manifestación de dolor y aprecio hacia un civil nunca antes vista.
Conmovido por tan triste acontecimiento, Rómulo Gallegos, escribió sobre la muerte de José Gregorio Hernández “No era un hombre al que enterraban, era un ideal humano que pasaba en triunfo y en pos de su féretro todos experimentamos el deseo de ser buenos”.
Moría un gran hombre cuyo prestigio en Caracas y en todo el país motivó profundas manifestaciones de duelo y pesar, no era la muerte de un venezolano cualquiera, moría quien concibió la Medicina con vocación de servir siempre a los demás lo que valió el título de “Médico de los Pobres”.
Hoy a 101 años de su muerte recordamos ese trágico accidente pero sentimos una gran alegría de venezolanos orgullosos porque recientemente ha sido aprobado el decreto de beatificación de José Gregorio Hernández que le permite estar en los altares de los templos, un paso más, falta la canonización para que podamos llamarlo San José Gregorio, aunque desde su muerte para los venezolanos siempre ha sido nuestro santo.
Freddy Criollo Villalobos
29/06/20