Venezuela sigue sumida en la peor crisis económica de su historia y sin visos de mejoría
| | Abril 20, 2021
En el primer trimestre de 2021 la situación económica en Venezuela no mostró cambios significativos. La crisis económica siguió su camino, pero con un impacto mucho mayor en la población ante el aumento de los casos de covid-19 y tras una crítica asistencia sanitaria en todo el país.
Durante este período, se manifestaron los mismos problemas que aquejan a los venezolanos desde hace varios años: recesión económica, devaluación, hiperinflación, pobreza, baja capacidad de compra, desigualdad, desabastecimiento de gasolina y diésel, escasez de efectivo y menor calidad de los servicios públicos.
Entre el cierre de 2013 y 2020 el producto interno bruto (PIB) venezolano se contrajo 79,4%, una recesión que según estimaciones conservadoras de la consultora Ecoanalítica se prolongará durante 2021 y no mostrará señales de reversión hasta 2022. Mientras que el Fondo Monetario Internacional (FMI) pronostica un decrecimiento para este año de 10% y una inflación de 5.500%; pero más grave aún, reportó que el país superó a Haití en niveles de pobreza al calcular un ingreso per cápita de 1.541 dólares por habitante y al ser una de las economías con menor tamaño en la región.
El mayor problema que tiene hoy Venezuela para crecer está justamente por el lado de la demanda interna, explica el economista Leonardo Vera y agrega que la inversión pública está paralizada, ya que el gasto de consumo del gobierno se ha contraído dramáticamente con la caída nominal en los ingresos internos y de origen petrolero.
La Encuesta Cualitativa de Coyuntura Industrial de Conindustria para el cuarto trimestre del año, revela justamente que el aspecto que más ha impactado en la producción de productos industriales es la baja demanda, seguida de la competencia de productos importados.
En estos primeros tres meses, es factible que continuara la contracción debido a la paralización de actividades y a la cuarentena decretada para evitar la propagación del covid-19, pero también por una producción petrolera disminuida (aunque mayor que en meses anteriores). Las empresas que solicitaron durante todo 2020 prorrogas para el pago del Impuesto sobre la Renta, así como la modificación del calendario de obligaciones tributarias mientras existiera una declaratoria de emergencia por la pandemia, no fueron escuchadas y muchas mostraron inconvenientes para cumplir con estas obligaciones.
Fueron pocas las medidas gubernamentales para recuperar la actividad económica o para disminuir las presiones inflacionarias y de devaluación. La producción se vio afectada por una mayor escasez de gasolina y principalmente de diésel o gasoil, lo que evitó además el traslado de los productos desde las zonas agrícolas y ganaderas al resto del país.
Lo que se hizo en este período desde la administración de Nicolás Maduro no forma parte de un plan económico y financiero integral, y las medidas ejecutadas han sido catalogadas como «cosméticas». Desde el Banco Central de Venezuela (BCV) se emitieron tres nuevos billetes de más alta denominación para ampliar el cono monetario, se redujo el encaje legal bancario para que se liberaran mayores recursos para ser entregados en créditos y mantuvo su estrategia de intervención cambiaria para tratar de mantener los precios.
En materia petrolera se firmaron nuevos acuerdos con Rusia, se siguió exportando crudo a países aliados como China, y muy posiblemente también oro a Emiratos Árabes y Turquía.
Se fomentó desde el alto gobierno un plan de privatizaciones a la sombra de la Ley Antibloqueo. La entrega de compañías estatizadas a empresarios del sector privado considerados «amigos»; la flexibilización de la política arancelaria que incentivó la importación de productos terminados y que llenan los anaqueles de los bodegones; y el aumento de la dolarización han creado una «sensación de mejora» en el país.
Esto ha llegado a ser considerado como la «normalización de la economía», eso que ha llevado a muchos a decir «esta es la nueva realidad y debemos aceptarla para sobrevivir». Sin embargo, otra realidad aparece y preocupa a buena parte de la población: entre 20% a 25% del PIB o de los recursos en divisas que circulan en el país proviene de la llamada «economía negra o ilícita», de acuerdo a datos de Ecoanalítica.
Durante este período, la administración de Maduro continuó con la entrega de bonos a través del sistema patria. Entre ellos: amor mayor, guerra económica, José Gregorio Hernández, hogares de la patria, 100% escolaridad, Simón Rodríguez, protectores de la salud y máxima eficiencia. También se inició el plan para transferir el pago de nóminas de instituciones del sector público hacia la plataforma del sistema patria, aunque pareciera haber quedado en stand by luego del rechazo a la medida por parte de los propios trabajadores.
La continuación de la cuarentena en el país generó incertidumbre y preocupación en los venezolanos, debido a la paralización de la actividad en muchas áreas del sector industrial y comercial. Empresas han reportado pérdidas y caída de sus ingresos, generando en consecuencia el cierre de muchas de ellas.
Aunque una gran cantidad de personas insiste en salir a trabajar para llevar el sustento diario a sus hogares, otros optaron por permanecer en casa aprovechando la posibilidad del teletrabajo.
«Con la llegada del covid-19, permanecer en casa y salir para lo estrictamente necesario se ha convertido en parte de la vida cotidiana. Sin embargo, a pesar de que ha transcurrido un año, y por ende un período de adaptación gradual al nuevo contexto, cada vez se añora más las condiciones de vida que muchos gozaban antes del 13 de marzo del 2020», resaltó al respecto Ecoanalítica en un reporte.
Sigue la hiperinflación
Durante el período, la inflación se vio impulsada por el incremento en el precio de algunos servicios y en el sector de entretenimiento: especialmente en las entradas de cine, ahora dolarizadas; en el aumento de las tarifas en el sector de telecomunicaciones explicado por el ajuste de los planes y extradatos de telefonía. Pero el mayor empuje provino del alza en el tipo de cambio.
El BCV reportó una inflación de 16,1% en marzo, de 33,8% en febrero y de 46,9% en enero. Al ponerse al día con la publicación de este indicador, se conoce entonces que la tasa acumulada en los primeros tres meses de 2021 fue de 127,8%.
Mientras que la variación anualizada (marzo 2020-marzo 2021) del Índice Nacional de Precios al Consumidor (INPC) fue de 3.025,25%.
Estos resultados del ente emisor son inferiores a los cálculos del Observatorio Venezolano de Finanzas (OVF), organismo que se ha dado a la tarea de presentar a la colectividad el avance de la inflación dado el retraso en sus cifras del BCV. En este primer trimestre, los precios de bienes y servicios en Venezuela aumentaron en promedio 155,3% mientras que en el primer año de la pandemia la inflación interanual (marzo 2021 versus marzo 2020) fue de 3.867%.
Luego de presentar una tasa elevada de 55,2% y 50,9% en enero y febrero, de acuerdo al cálculo de la OVF, los precios se desaceleraron de manera significativa en marzo al cerrar en 9,1% en marzo.
Para el economista y decano de la Escuela de Economía de la Universidad Católica Andrés Bello, Ronald Balza, la hiperinflación únicamente se puede corregir si se deja de utilizar el financiamiento monetario del gasto público, y si se hace de un modo transparente que haga que las expectativas inflacionarias vayan cayendo. «Lamentablemente en Venezuela no se presenta el presupuesto de la Nación desde 2015, así que sin corregir la política fiscal, financiera y de información estadística del BCV, pues la hiperinflación continúa».
Dólar sin barreras
El precio del dólar en el mercado no oficial aumentó 105,3% en el primer trimestre, mientras que en el mismo período de 2020 el ascenso fue de 56,37%, lo que se explica por las mayores presiones alcistas al inicio del año. Mientras, la cotización del tipo de cambio oficial del BCV se aceleró 78,2% al pasar de 1.111.769,09 bolívares por dólar en enero a 1.987.184,75 bolívares por dólar a finales de marzo.
La devaluación del bolívar alcanzó a 51,29% en el primer trimestre del año, un dato que refuerza la creciente dolarización de la economía, puesto que el poder de compra de la moneda nacional se hunde cada vez más.
Dólar en mano
La dolarización transaccional o los pagos con divisas en efectivo y/o por transferencias a través de diversas plataformas como zelle avanzó en este primer trimestre. Ecoanalítica que ha hecho un estudio de cómo fue creciendo el uso del dólar en Venezuela desde hace un poco más de dos años, señaló que 67,1% de los pagos son con una moneda diferente al bolívar. Esto representó un aumento de 27 puntos porcentuales por encima de abril de 2019 y un incremento de dos puntos respecto al estudio de noviembre 2020.
«La dolarización avanza sin prisa pero sin pausa», afirmó el economista Asdrúbal Oliveros, director de Ecoanalítica.
La consultora resaltó que en las 10 ciudades donde se realizaron las mediciones, 60% de las compras de alimentos se concretaron en divisas, y más de 70% de los pagos de servicios de salud también fueron en dólares. Mientras que de acuerdo a sus estimaciones, en el país circulan más de 2.100 millones de dólares en efectivo.
Por otra parte, el economista y profesor de la UCAB, Luis Zambrano Sequín, estimó que para enero de 2021 la relación depósitos en moneda extranjera sobre captaciones totales, un indicador convencional para calificar el grado de dolarización, ya había alcanzado 67,1%.
«La economía venezolana es un caso de dolarización semioficial, donde el dólar es de curso legal pero todavía el pago de buena parte de los salarios, sobre todo en el sector público, de los impuestos, y variados gastos cotidianos se siguen transando en bolívares, además sigue existiendo un banco central activo», recalcó Sequín.
divisas dolarización
Sin reservas
Venezuela sigue mostrando el nivel de reservas internacionales del BCV más bajo de los últimos 47 años, lo que la convierte en un país vulnerable financieramente.
En el primer trimestre de 2021 finalizaron en 6.234 millones de dólares, lo que significó una disminución de $164 millones en comparación al cierre de 2020 cuando se ubicaron en 6.398 millones de dólares. Analistas calculan que solo 10% de las reservas se encuentran disponibles de forma inmediata, es decir, son recursos en efectivo, mientras que el resto se encuentran en oro monetario y derechos especiales de giros (buena parte de ellos utilizados también).
Con esta disponibilidad de divisas, la nación no tiene maneras de cumplir con sus obligaciones de deuda ni para enfrentar hechos inesperados.
Debido a las sanciones petroleras y financieras de Estados Unidos, los ingresos externos han caído significativamente. Pero mucho antes de la medida del gobierno norteamericano ya el BCV había vendido 253 toneladas de oro que equivalían a $12.860 millones, así como derechos especiales de giro por el orden de los $3.302 millones. Hoy Venezuela apenas podría contar con 623 millones de dólares en reservas.
BCV
Billetes de monopolio
El BCV anunció el pasado 5 de marzo una nueva ampliación del cono monetario que estuvo en vigencia desde agosto de 2018, la segunda en un lapso de apenas dos años. A partir del 8 de marzo, se comenzó a emitir las tres nuevas especies monetarias, correspondientes a 200.000, 500.000 y 1.000.000 de bolívares. A pesar de que el BCV declaró que la razón detrás de la medida es «cumplir con los requerimientos de la economía nacional», la capacidad de compra de los tres billetes juntos solo permite apenas pagar el pasaje en el transporte público o dar algún tipo de propina.
En 2019, cuando el BCV realizó la primera modificación del cono monetario actual, incorporó los billetes de 10.000, 20.000 y 50.000 bolívares, los cuales eran equivalentes en esa fecha a $8, $3,25 y $1,62, respectivamente. Mientras que a la tasa de cambio oficial del pasado marzo, el billete de Bs. 200.000 podía comprar 0,10 centavos de dólar, el de Bs. 500.000 equivalía a 0,26 centavos de dólar y el de Bs. 1.000.000 apenas 0,52 centavos de dólar.
Aunque en el corto plazo, la ampliación del cono monetario pudo contribuir a mitigar las fallas en el transporte público vinculadas con la falta de dinero en efectivo, el valor de los nuevos billetes lucía insuficiente para facilitar el pago del resto de los bienes y servicios locales debido a la rapidez con la que se devalúa el bolívar.
Ronald Balza acotó que la dolarización y los nuevos billetes no contribuyeron para detener o hacer más lenta la hiperinflación, ya que no forman parte de una política antiinflacionaria sino que son medios de pago que en el caso de los dólares comenzaron a circular por la falta de bolívares en efectivo y por el empobrecimiento de una población que comenzó a utilizar sus ahorros en efectivo o depositados en el exterior para hacer sus transacciones.
«Los ingresos de los venezolanos se han reducido al punto de que más del 90% de la población es pobre. Al poner en circulación los nuevos billetes no tenían el poder de compra suficiente o necesario, apenas 1 dólar entre los tres, por lo que no resolvieron los problemas, ni siquiera transaccional por el que se están usando los dólares», dijo.
Actualmente, a pesar de las reconversiones monetarias en las cuales se les ha eliminado ya ocho ceros al bolívar y las emisiones de nuevos billetes, el porcentaje de efectivo del total de liquidez monetaria sigue siendo muy bajo y de apenas 1,6%. Entre los últimos días de marzo y primeros de abril, la liquidez alcanzó la histórica cifra de 1.062.218.936 millones de bolívares para un aumento de 98% durante el trimestre. Es por ello que debido a la falta de efectivo, Maduro anunció en enero la puesta en marcha de «la economía 100% digital», pero hasta la fecha no ha habido avances significativos al respecto.
Petróleo para los aliados
Pese a los esfuerzos de Petróleos de Venezuela (Pdvsa) para recuperar la producción a niveles de hace un año, aún continúa presentando dificultades debido a las condiciones de deterioro en la que se encuentran sus instalaciones y refinerías. Entre enero y marzo de 2021 se ha evidenciado un aumento de la producción, pero para algunos analistas, es posible que los actuales volúmenes de 500 mil barriles diarios (b/d) se mantenga en el resto del año.
De acuerdo a las cifras reportadas por la Organización de Países Exportadores de Petróleo (OPEP), Venezuela produjo en el primer trimestre un promedio de 513.000 b/d, según las fuentes secundarias; mientras que Pdvsa reportó un promedio de 533.000 b/d. En ambas cifras se refleja un aumento de 26% y de 18%, respectivamente, en comparación al cuarto trimestre de 2020.
Este resultado estaría explicado por un incremento en las exportaciones, que se tradujo en menor inventario de crudo en los almacenes. Pero principalmente al crudo enviado a países aliados de la administración de Maduro.
Los datos de la OPEP destacan que en marzo la producción cerró en 525.000 b/d, según lo reportado por las fuentes secundarias; y en 578.000 b/d, de acuerdo a lo informado por las fuentes primarias (gobierno).
Por otra parte, la estimación de la Cesta Petrolera Venezolana (CPV) en enero y febrero de 2021 fue de 40,75 dólares por barril y 41,10 dólares por barril, respectivamente. Este aumento estaría impulsado por la recuperación de los precios del petróleo en el mercado internacional.
Un país endeudado
Venezuela sigue endeudada. La caída de los ingresos del país debido a la baja de la producción petrolera, fue el principal motivo para que la administración de Maduro dejara de cumplir con sus compromisos con los tenedores de deuda externa de la República y de Pdvsa a finales del año 2017.
Al cierre del trimestre, los compromisos pendientes sumaron $1.705 millones. De acuerdo con lo anterior, la República debía honrar los pagos de cupón concernientes a los bonos Global 2022 y Global 2031. Por otra parte, Pdvsa debe cumplir el pago de cupón y la amortización de capital del bono Pdvsa 2022.
En total, los incumplimientos de deuda por 34 bonos de la República, Pdvsa y Elecar (ahora Corpoelec) ascienden a unos 32.500 millones de dólares, lo cual incluye intereses, amortizaciones y pago de capital.
A mediados de marzo, la administración de Maduro anunció la firma de acuerdos de interrupción de pagos de intereses y capital con algunos tenedores de bonos de la República y de las empresas Pdvsa y la Corporación Eléctrica Nacional (Corpoelec), aunque sin ofrecer mayores detalles de esas negociaciones.
El consumo en cuarentena
Los hábitos de compra de los hogares venezolanos no se vieron afectados significativamente durante este primer trimestre de 2021. Con la cuarentena decretada en marzo de 2020 se presentaron algunas modificaciones, que se mantuvieron en el último año.
De acuerdo a un informe sobre Pronósticos 2021 presentado recientemente por la Cámara Venezolana-Americana de Comercio e Industria (Venamcham), para 63% de los hogares consultados, el plan 7 más 7 (semana de flexibilización y semana de cuarentena radical) no les cambió sus hábitos de consumo.
Eso sí, permanece la misma forma de alimentarse que tienen los venezolanos desde hace varios años y cuya dieta diaria incluye menos proteínas. El estudio reflejó que entre enero y febrero las mayores compras fueron de harina de maíz, margarinas, azúcar, pastas alimenticias y arroz.
Por otra parte, los venezolanos hicieron ocho actos de compra en promedio al mes y adquirieron en promedio 26 unidades o productos, mientras que los abastos y las bodegas fueron el principal canal de compra con 51% del total.
«La medición resalta que 52% compra a buhoneros, 51% en bodegas, 48% compra en mercados populares, 43% obtiene los alimentos de CLAP (aunque 12 meses atrás era 77%), 36% en supermercados, 12% en bodegones, 15% recibe desde el exterior de familiar y 5% compra en el exterior».
Sobre la capacidad de compra de cada uno de los estratos socioeconómicos se indicó que en el estrato AB, el gasto promedio mensual fue de entre $850 y $1.500 y, principalmente destinados a la adquisición de alimentos (81%) y medicinas (6%).
Mientras que en el estrato C, el gasto promedio mensual fue de entre $450 y $650; y en el en estrato DE, el gasto promedio mensual fue de entre $150 y $300, destinados en 85% para la compra de alimentos y 6% en medicinas.
Los encuestados respondieron que dejaron de lado ciertos gastos, como reparaciones de automóviles, arreglos en línea blanca y electrónicos, trabajos de plomería en el hogar, servicio de televisión por cable o suscripción, compra de teléfonos celulares e incluso el pago de servicios básicos como electricidad, gas y agua.
Con relación al impacto del covid-19, un 72% dijo que mantuvo su empleo y 69% reportó haber bajado sus ingresos.
«En términos generales, siendo el 2021 una continuación del 2020, se presenta una perspectiva un poco más positiva basado en los aprendizajes y ajustes de la realidad. La población ha ajustado sus hábitos, sin embargo, la situación económica es complicada», se recalcó en el informe y cuya medición fue realizada por Atenas Group y ORC Consultores.