Habitantes de la Cota 905 afirman que se sentían seguros en su zona. Luego de la operación policial muchos temen que se presente otro enfrentamiento de este nivel y quedar atrapados entre las balas, mientras evalúan los daños a sus casas hechos por uniformados
Muchos de los desplazados por el enfrentamiento entre integrantes de la banda de Carlos Luis Revete, alias “el Koki”, y los funcionarios policiales en la Cota 905 aún no han podido regresar a sus casas. Algunos lo perdieron todo porque los cuerpos del Estado destruyeron sus casas. Otros tienen temor de volver y tener que estar bajo otra lluvia de balas que pueda acabar con sus vidas.
María* vive en la avenida principal de la Cota 905, su nombre resguarda su verdadera identidad por razones de seguridad, y le contó a TalCual que había llevado a su sobrino de 11 años de edad con síndrome de Down a pasar unas vacaciones en su casa, pero tras quedar en medio de la balacera lo sacó del lugar el viernes 9 de julio a las 7:30 de la mañana para llevarlo de vuelta con su padre a otro estado del país.
“Los que vivimos acá sabemos que esto era algo entre el gobierno y los pranes del barrio. Ellos estaban apoyados y respaldados, y aunque es muy lamentable lo que te voy a decir, con los chicos malos nadie jamás vivió algún tipo de amenaza. Ellos se ganaron el respeto de muchos y no veo eso en las autoridades”, expone, al tiempo que afirma que nunca ha estado de acuerdo con los antisociales.
“La verdad es que no tengo miedo”, se reafirma esta joven, quien también comenta que la presencia de los funcionarios en la zona genera zozobra. Ella se siente indignada porque salir de su casa implica la posibilidad de que un funcionario la pare y la maltrate.
“La mayoría son malandros uniformados que no saben cómo tratar a la gente y por el hecho de ser de la Cota a uno lo quieren humillar, rebajar y eso no está bien. El miedo es a esto”, revela.
Vandalismo uniformado
Los testimonios sobre abusos policiales hacia civiles se acumulan. Puertas rotas, alimentos robados, propiedades vandalizadas van uniendo a las víctimas. TalCual pudo conocer que la mayoría de las casas que están en la parte alta del cerro han sido destruidas «por los funcionarios policiales» que ahora se mantienen «resguardando» la zona, según cuentan habitantes de la Cota 905.
Una mujer que salió de su casa el viernes en la mañana y regresó tras el cese al fuego, se encontró con que no solo le vandalizaron su vivienda y le robaron los electrodomésticos, sino que hasta el techo se llevaron. Perdió todo y ahora se pregunta cómo reconstruirá su domicilio y recuperará sus enseres. Por ahora, un candado resguarda lo que quedó en la casa.
A la casa de María no han entrado los funcionarios, pero ella supone que la protección ha sido porque uno de sus familiares trabaja para un ente gubernamental. No obstante, comenta que a su vecina le rompieron la puerta y le quitaron medicinas y artículos para un bebé que está por nacer. A esa mujer la amenazaron con llevársela presa, cuenta. “He oído que han robado casas y se llevan lo que quieran”, agrega.
El miedo a ser víctima de los uniformados se comparte con la «tranquilidad» de que el despliegue de seguridad calme las aguas luego del operativo que involucró a más de 3.000 funcionarios, y que dejó decenas de personas detenidas y una treintena de muertos.
No obstante, escrutar opiniones sobre los puntos de seguridad remanentes es encontrarse con un silencio autoimpuesto. “No te puedo hablar ni bien ni mal de ninguno de los bandos porque los funcionarios revisan los teléfonos y si ven cosas en contra del gobierno te detienen, y si es a favor de los chicos de aquí, también te detienen. Es una locura lo que se vive”.
Otros también dicen tener miedo a salir de sus casas con sus celulares, pues los funcionarios pueden pararlos, exigir revisar los aparatos y amenazan con detenciones a quienes no los desbloqueen y muestren los archivos guardados. Algunos vecinos han optado por cambiar de ruta y entrar a la Cota 905 por El Paraíso para evitar las alcabalas principales. «Todos reciben malos tratos de la policía: mujeres, niños y adultos», cuenta uno de ellos.
Rafael*, otro vecino del lugar que prefiere dar un nombre impreciso por seguridad, le contó a este medio que durante una reciente entrega de un combo de proteína animal (salchichas, pollo, huevos y mortadela) en una de las zonas de la Cota 905, los policías aprovecharon que las casas quedaron solas para saquearlas y llevarse todo lo que pudieron, incluyendo comida.
Sin poder regresar
Apenas hubo un cese al fuego en la Cota 905, unas 30 personas, entre niños, jóvenes y madres beneficiarios de Otro Enfoque, llegaron a la sede de la ONG en Bello Monte en busca de refugio. Solo con un poco de ropa y con el miedo de haber quedado atrapados en las balaceras durante varias horas.
Carolina Terán, coordinadora psicosocial de Otro Enfoque, sostiene que “fue una decisión en plena emergencia porque no somos un refugio”.
De estos 30 desplazados por la violencia en la Cota 905 algunos retornaron a sus casas durante el fin de semana, pero otros 16 que intentaron habitar de nuevo sus espacios se tuvieron que devolver al refugio porque “encontraron que se les habían metido a las casas y estaban destrozadas”, revela Terán.
Detalla que los afectados están en una transición de arreglar y limpiar nuevamente sus viviendas para poder regresar.
Carolina Terán, quien es la voz de estos desplazados, asegura que la mayoría de ellos no quiere irse definitivamente de la Cota 905 porque esa es su comunidad “y allí ellos se sentían seguros”. Sin embargo, muchas de las madres temen que se presente otro enfrentamiento de este nivel y quedar atrapados entre las balas.