El Partido Comunista de Venezuela ha sido, durante la casi totalidad del gobierno chavista, fiel defensor de las ejecutorias que se han diseñado desde Miraflores. Sus críticas, a lo largo de estos años, fueron pocas y muy tibias. Avalaron todos los desafueros cometidos por Hugo Chávez primero, y habían venido dando su aprobación también a las distintas tropelías que ponía en práctica Maduro.
Frente a la abundante y descarada corrupción reinante, poco dijeron. Ante la inflación y postración económica tampoco levantaron con firmeza su voz. Ante los abusos contra los derechos humanos guardaron un sonrojante silencio, que los convirtió el cómplices por omisión.
Solo cuando los vetaron en el canal del PSUV, antes Venezolana de Televisión, se atrevieron a hacer alguna crítica algo más fuerte. Hay que reconocerles que no aceptaron disolverse para «juntarse» en ese vente tú en que se convirtió el PSUV. Pero en general, el balance es que el sectarismo se impuso dentro de las filas del PCV a favor de lo que decidiera el comandante galáctico y su heredero.
Pero, siempre hay un pero, recientemente comenzaron a distanciarse de Maduro, acusándolo de aplicar políticas neoliberales en Venezuela. Las consecuencias las pagaron como todo el que disiente en el país. El actual jefe del PSUV, al igual que su «padre» no tolera críticas ni desobediencias.
En la reciente campaña electoral, los candidatos del PCV fueron líderes en inhabilitaciones, esa figura inconstitucional y violadora de derechos humanos de la que es el primer responsable el contralor Elvis Amoroso.
Ante estas nuevas arbitrariedades y la pretensión del capitán Cabello de amedrentar a los rectores democráticos del Consejo Nacional Electoral Enrique Márquez y Roberto Picón, el partido del gallo rojo cantó con fuerza y les dio su respaldo. Saludamos desde TalCual esta posición del PCV que recuerda sus mejores momentos de amplitud, como cuando participaron en la derrota de la dictadura de Pérez Jiménez. Los tiempos no son los mismos, pero se parece